viernes, 15 de mayo de 2009

El magisterio

Los que piensan que el maestro es propiedad de un partido político, están equivocados, pues si el magisterio tiene un compromiso con alguien, es con el país, y nuestra nación va más allá de colores electoreros y malintencionados.

Quien le paga al trabajador de la educación no es un falso líder sindical, ni un dirigente partidista, tampoco es un secretario de Estado o un candidato a la presidencia del país, ninguno de ellos tendría suficiente capital para cubrir la nómina del magisterio nacional, y si lo tuviera, sería dinero malhabido. Los recursos que el magisterio recibe tienen su origen en el pueblo mexicano.
El trabajador de la educación, no es letra de cambio, vamos, no es un objeto que forme parte de un ejército de borregos, esos tiempos rancios ya pasaron y más nos vale crecer para que la educación pública en México no se deteriore más de lo que ya lo han hecho los gobiernos neoliberales.

Por eso cuando un partido político, el que sea, se jacta de tener el apoyo total o parcial del magisterio, lo único que está haciendo es pervertir la política y a la vez ensuciar la imagen del profesor, pues el maestro tiene la misión de trabajar en pro de la educación y no de un candidato electorero que con base en las mentiras usa el concepto noble de educador para lograr su beneficio personal y mezquino.
No es el magisterio nacional una bola de mapaches o ladrones de votos, sino un ejército de trabajadores al servicio de la enseñanza de un pueblo que invirtió e invierte en nosotros, porque quiere dejar de ser esclavo de tiranías disfrazadas de sexenios.
Si desde nuestra formación académica es el dinero público el que nos ha dado la oportunidad de estudiar, si los impuestos de los trabajadores honestos de este país son los que hacen posible un presupuesto a la educación, y si el dinero viene del sacrificio de un pueblo, no les podemos devolver basura, indiferencia y traición a quienes confiaron en nuestra carrera.
¿Puede entonces o no un trabajador de la educación participar en política?, es la cuestión.
La respuesta no amerita mayor ciencia. El maestro no únicamente puede, sino que debe participar, pero siempre y cuando su intención sea honrada y no use recursos públicos para ello, so pena de convertirse en un delincuente.
En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se nos otorga la garantía de la libre organización, y todo aquel maestro bien nacido e informado sabe que nada está por encima del derecho, o que nada debería estar por encima. Por eso la militancia partidista es voluntaria e individual, porque no somos manada y tampoco esclavos.
Aducir que este bloque tan importante de trabajadores del país se inclinará con tal partido o que ofrecerá tantos votos a tal o cual candidato es una flagrante mentira. Si la sociedad mexicana ha crecido, ¿por qué la conciencia magisterial no habría de hacerlo? La era del corporativismo enfermizo ya terminó.
Es cierto que hay vicios, resquicios que envenenan y que confunden al trabajador de la educación, pero a pesar de ello los viejos edificios del charrismo ideológico, el engaño y la tiranía siguen cavando su propia tumba.
Da vergüenza que un puñado de mentes soberbias y perversas se adjudiquen, se autonombren como la voz del magisterio, sin proponer un proyecto educativo que saque de la crisis que permanentemente vive el país en la materia.

Si un trabajador del magisterio no es capaz de reflexionar sobre su situación como mexicano, si no somos capaces de organizarnos dignamente para defender la educación publica que es nuestra fuente de empleo, si no entendemos que la democracia se construye con hechos y no con sumisiones y corrupción, entonces estaremos fallando a la verdad de nuestra vocación y no seríamos dignos del empleo que tenemos en un México de desempleados.

Da tristeza que en Chiapas, Oaxaca, Puebla, Yucatán, Tabasco, Guerrero y Veracruz se hayan inundado centenares de austeras escuelas, no muy distintas a las casuchas de nuestros indígenas, dejando a miles de niños en la calle, por los efectos del huracán Stan.
Pero da vergüenza que mientras esto sucede en la geografía pobre del país, en otros lados se esté disputando la propiedad del voto magisterial para el 2006. Dónde está el aprendizaje, dónde el espíritu de la enseñanza, porque el maestro debe predicar con el ejemplo y la solidaridad, y aquí, ante la desgracia, la conciencia ha sido la gran ausente.

Ningún líder magisterial, ni un legislador salido de las filas del magisterio, ni siquiera un funcionario del ramo propuso al Presidente Vicente Fox que se incluyera el rubro de la educación en el gabinete emergente para atender a decenas de miles de niños víctimas de los recientes desastres. Esto no habla mal únicamente del magisterio, sino de quienes nos representan, de quienes dicen representarnos, llámese autoridad o sindicato.

Dónde estuvo la voz del magisterio en el momento en que en el Senado de la República se denunció el desvío de mil 121 millones de pesos del Fondo para Desastres Naturales. Entre otras cosas este dinero fue utilizado con fines electorales, según la denuncia.
Por eso los maestros no podemos ser cómplices de la rapiña electorera, no fuimos enseñados a ejercer la burla ante las desgracias y el dolor humano.

Tenemos muchas tareas pendientes y algunos maestros nos están dando el ejemplo capacitando, alfabetizando a nuestros hermanos que en calidad de migrantes quieren superarse en el país del norte.
Y si cada trabajador de la educación hacemos lo que nos corresponde, entonces entenderemos el amor a la libertad, porque como nación, como gremio la merecemos.

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